sábado, 4 de julio de 2009

Sacándose los mocos en los semáforos en rojo


¿Usted es de los que vienen embullados por el título, verdad? ¿Se dejó seducir también por la bobería? ¿No le avergüenza saber que con usted sólo la baba tiene poder de convocatoria? Pues bien, ahora no se vaya. Si está esperando que cambie la luz del semáforo, o se encuentra arriñonado en su casa, control remoto en mano, buscando la formulita mágica que no le despierte el cerebro, ponga mucha atención; LEA, porque esto con usted.
Para empezar, el título de este artículo iba a ser “Lo dijeron dos hondureños”. Pero decidí cambiarlo porque supuse –y no me equivoqué– que con un título como ese, usted jamás me habría acompañado hasta este segundo párrafo.
Vamos juntos, ¿verdad? Lo atrapé, me lo traje pegado a la bolita de mocos. Pues, bien, es bastante doloroso constatar que haya personas interesadas en algo tan banal como esto, mientras un pueblo hermano, en honor a su dignidad, pone en riesgo su derecho a la libertad, por atreverse a defender su Constitución. Porque estoy segura de que a estas alturas la mayoría de nosotros ignora que la madrugada del 28 de junio las Fuerzas Armadas hondureñas demostraron ser garantes de la ley y no estar dispuestas a romper el hilo constitucional de su nación, sacando en ropa de cama a un presidente electo democráticamente para expulsarlo de su curul presidencial. Desconocemos que el Poder Legislativo y su Tribunal Supremo de justicia hondureños en pleno -contraviniendo la decisión del Ejecutivo de aprobar lo que sería “una simple encuesta no vinculante para la población”-, ordenaron poner a Mel Zelaya en un avión rumbo a Costa Rica.

Es cierto que este es un asunto de los hondureños exclusivamente, que son ellos los que deben decidir su destino sin intromisiones foráneas –incluido Isulza–, pero nosotros los hispanos estamos en el deber de indagar, conocer y estar al tanto de lo que sucede en un país tan similar al nuestro. ¿Acaso tenemos alguna idea de lo que son y han sido las Fuerzas Armadas hondureñas? ¿Qué sabemos de su gente, de su historia reciente, de su territorio, de su música, de sus etnias, de su danza y, en general, de sus costumbres? ¿Cuántos de nosotros sabemos que América Ferrara, la Betty la fea de los americanos es de origen hondureño? ¿Alguno de nosotros tuvo noticia de que Oscar Andrés Madariaga, un connotado cardenal hondureño, por poco se convierte en el sucesor de Juan Pablo II? Y ustedes, los amantes del deporte, ¿sabían que José Enrique Cardona del Atlético Madrid y que Carlos Pavón del Real España, son hondureños? ¿Quién de ustedes se enteró en el 2006, que el hondureño David Suazo, del Inter de Milán fue nombrado el jugador extranjero más valioso de la Liga Italiana?

Los medios lo han llamado golpe de estado, pero, ¿se puede llamar golpe de estado a un gobierno provisional constituido por civiles? No hay que olvidar que quien está al mando en Honduras no es ni Masera, ni Stroesner, ni Pinochet ni nada que se le parezca; el jefe es Micheletti y que yo sepa, no es general. ¿En realidad se rompió el Estado de Derecho en Honduras? ¿No será más bien que con la destitución de Zelaya, los hondureños están velando por la restauración del mismo? Que un presidente sea electo por voluntad popular no le da derecho a violentar las normas, ignorar el ordenamiento legal y a convertirse, por tanto, en dictador constitucional. No es que vayamos a decir ahora que queremos una armada electora. Fue el mismísimo presidente Zelaya quien hizo caso omiso de una orden judicial y, queriendo imponer su poder como primer mandatario, pretendió violar una disposición legal y romper la institucionalidad de los poderes públicos. Pero a Mel el bárbaro le salió el tiro por la culata; no contó con la astucia de los catrachos que le salieron al paso a romperle más de una cuerda a su guitarrita de mariachi.

Otras preguntas subyacen, sin embargo, ¿No era más razonable esperar las próximas elecciones presidenciales de noviembre y dejar que el pueblo hondureño expresara su descontento –o contento– mediante el voto? ¿No era también una opción válida acudir a los órganos jurisdiccionales, someter a juicio y –de ser preciso–, mandar a prisión al mandatario? Pero tampoco es fácil olvidar que la historia reciente de Latinoamérica nos muestra presidentes electos que se han valido de múltiples artimañas políticas para perpetrarse en el poder; cambiar leyes, cerrar canales de televisión, perseguir e impedirle el ejercicio de sus funciones a alcaldes popularmente elegidos, apresar y condenar a prisión a disidentes; sin mencionar sus conchupancias con guerrilleros, y su asquerosa adhesión a modelos revolucionarios obsoletos y anacrónicos que, hace más de un par de décadas, debían estar recogidos y en desuso por ineficaces. No es difícil concluir que todo esto pudo haber empujado a los protagonistas de este mal llamado golpe, y que en consecuencia, hayan evitado con un vuelo sin retorno a Costa Rica, que ‘el mariachi’ siguiera haciendo literalmente de las suyas.

Lo que dijo un hondureño en un blog que leí ayer me hizo reflexionar: «Yo prefiero ser libre pobre, que rico preso detrás de cualquier clase de barrotes».

Entonces, en vez de sacarme los mocos, quise conocer lo que dice la Constitución hondureña sobre la insurrección de los pueblos, a la hora de defender su orden constitucional:

ARTÍCULO 3.- Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que ésta Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional.
Tenemos mucho que aprender de este pueblo que se resiste a ser esclavizado y se levanta sin derramamiento de sangre; un pueblo cuyas Fuerzas Armadas acuden al mandato de la soberanía nacional haciendo oídos sordos a injerencias y poniendo de manifiesto la autodeterminación de su pueblo. He aprendido que en cuanto a reelección dice la Constitución hondureña:

Art. 272.- "Las Fuerzas Armadas de Honduras, son una Institución Nacional de carácter permanente, esencialmente profesional, apolítica, obediente y no deliberante. Se constituyen para defender la integridad territorial y la soberanía de la República, mantener la paz, el orden público y el imperio de la Constitución, los principios de libre sufragio y la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República".

Más claro no canta un gallo. Este es un no rotundo a la reelección. Los hechos del pasado 28 de junio en Honduras deben ser analizados a la luz de su propia Constitución. No es la OEA, ni Chávez, ni Correa, ni Cristina, ni Evo y, como dijera el hondureño de arriba, “mucho menos Ortega” quienes van a venir a dictar cátedra en Honduras. ¿Y qué va a decir ahora la OEA si hace menos de un mes en el foro americano votó a favor de abrirle las puertas a Cuba? Nada menos que a Cuba, un país donde se han cercenado todas las libertades durante cincuenta años. ¿Qué va a decir de Honduras un organismo que le ha otorgado a la China un lugar permanente en su seno? Nada menos que a la China, un país que no ha hecho más que torturar, explotar y matar Tibetanos.

Y esto fue lo que le contestó Lourdes la hondureña, a una venezolana que se atrevió a opinar en su blog, en contra de los sucesos de 28: «Yo me siento muy orgullosa de mis Fuerzas Amadas, porque ellos sí están con el pueblo, que es la mayoría. No queremos más atropellos a nuestra libertad. Te invito a que vengas a mí país y te des cuenta de lo que esta pasando; que Gracias a TU PRESIDENTE y a MEL, su marioneta, mi país ha estado peor que nunca en los últimos meses. Es cierto que fuimos los hondureños los que pusimos a MEL en la silla presidencial, pero no es menos cierto que somos nosotros mismos los que queremos que se largue y nos asiste el derecho a quitarlo. Si no vives en Honduras no debes incitar a que la gente esté en contra de lo que la MAYORÍA de los que estamos aquí no queremos.
Soy una mujer orgullosa de haber nacido en este país. Amo la libertad, la paz, la democracia y en ningún momento estoy de acuerdo con los atropellos a los que fuimos sometidos por el gobierno chavista de Mel Zelaya; gobierno donde sólo hubo corrupción, donde aterrizaban avionetas repletas de droga –que casualidad que sólo lo hacían en el departamento de Olancho, de donde es oriundo ese traidor a la patria– y nunca se hizo nada por investigar; donde hay hermanos muriendo por la gripe porcina, por muertes violentas a diario, donde hay centros educativos sin clases, hospitales sin medicinas etc. ¿Y él que hizo? Nada porque solo pensó en su voraz sed de poder. A las personas que viven fuera de este glorioso país y desconocen nuestra realidad, con toda educación les pido que no opinen.
Zelaya es un lobo vestido de cordero. No lo queremos en Honduras. Queremos un país donde esté garantizada la democracia, donde los hondureños puedan nacer, vivir y desarrollarse en libertad, no queremos derramamiento de sangre porque todos somos HONDURAS. Pido a mi DIOS que nos proteja, que ilumine nuestras mentes y las de nuestros gobernantes para que saquemos este país a flote y le demostremos al mundo que somos un pueblo unido y pacifico, pero que nos alzaremos para defenderlo y no perder nuestros derechos. En el centro de nuestro escudo nacional dice: REPÚBLICA DE HONDURAS LIBRE, SOBERANA E INDEPENDIENTE. Prefiero morir antes que vivir con un bozal y que otros piensen y decidan por mí».

Pa’ alante, que ya la luz cambió.

Elsa J Varela. Julio/09