lunes, 3 de agosto de 2009

La puerilización del pensamiento

Develar lo que otros pasan por alto, descubrir –mientras se informa– lo que toca la fibra del ser humano y despertar en él la sed de conectarse de nuevo con la vida es, del periodismo, la misión más encomiable.
Yo no soy periodista, pero sí una asidua lectora, y con un hambre de noticias, que no da visos de saciarse nunca. Antes me debatía entre la radio y la televisión, pero con mucho estupor he ido mudándome para la internet, advirtiendo que la vida pública ha perdido su seriedad y, en consecuencia, el mundo de los periódicos, noticieros y telediarios, simplificándose sospechosamente.
«¿Qué está pasando?» Me pregunto, cuando la noticia local se limita a repetir una y mil veces la hazaña de un primer mandatario que resuelve una metida de pata con un par de cervezas en los jardines de la casa presidencial; un periodismo que para hacerse creíble pone en boca de una niña una verdad a medias, endilgándonos como ejemplo de paternidad a un cantante-bailarín al que no le alcanzó la vida para darse cuenta de que su talento estaba por encima del color de su piel y más alto que su preferencia sexual; o ese periodismo que muestra el arrojo de un tipo que le salva la vida a un gato atrapado entre la rama de un árbol y el techo de su casa. Cuando en el ámbito internacional la importancia de la noticia parece estar en la mención de la cifra de muertes en Irak, no puedo menos que sentir desconsuelo e incertidumbre. ¿Qué pasa con el periodismo de hoy?

¿Estaremos asistiendo a una puerilización tal del pensamiento que ya se corresponde con la boyante industria del infantilismo actual? Porque no podemos negar que éste último ha venido ganando terreno entre nosotros desde hace ya un tiempito. Lo vemos en el auge cinematográfico de los dibujos animados, en las fiestas televisadas de cumpleaños, matrimonios y bautizos de las celebridades, sus proles y sus respectivos perros; lo vemos en la explosión del marketing en el lanzamiento de libros talla Harry Potter; en los pellizquitos de monja entre los conferencistas y sus payasos aduladores que, en aras de un humor rancio, invalidan una opinión sustancial, propiciando con ello un diálogo tonto de superficie que no beneficia a nadie. Nunca como ahora había visto yo a tanto viejo vestido de jovencito, ni a tantas viejas con la piel tan lisa como las nalgas de un recién nacido. La valla parece decir: “Hay que volver a chuparse el dedo”; parece que la red de comunicación que cubre el planeta, ya sea en forma hablada o escrita, visual o auditiva, es una hamaca donde la Humanidad mece sus boberías.
Cuando exijo hechos y no palabras, no es que esté excluyendo la palabra. ¡Atención! La estoy reclamando como acto; es decir, como un hecho. Porque en eso se convierte ella cuando es verdadera. La solapada y cobarde que nos escamotea la noticia, la que pretendiendo convertir lo inexacto en preciso; la que es utilizada inapropiada, confusa y solapadamente, donde debería estar el vocablo que alimenta, la desdeño.
Fracasados los últimos proyectos utópicos, la ciudadanía, de cara los medios, parece asumir el horizonte como un inmenso patio de kindergarten; o, para decirlo como lo vislumbraría Zelaya, “asumir al país desde el cielo como un gigantesco celular inalcanzable en el que no atino a marcar un número” (la frase es mía, no se preocupen, amigos periodistas).

Mucho se insiste y se machaca en eso de la frase políticamente correcta y en la objetividad en la que el periodista de hoy debe estar atrincherado. Debo decir sin ánimo de ofender a nadie, que con esto se ha creado un monstruo: un profesional sin sustancia, un mediador enclenque que bien podría ser reemplazado por una máquina.

Un periodista que se conforma y se limita a ése “ver físico” de la objetividad; a ese "presentar los hechos" sin atreverse a decir todo lo que ve por temor al compromiso, no me trae a mí ninguna noticia. Y me pregunto, ¿es nuestra realidad visible sólo a ésos ojos? Se impondría entonces una explicación más detallada sobre ese otro ver que siempre estrecha la distancia que hay del corazón a las palabras.

1 comentario:

  1. que bueno que ya somos mas y mas los que vamos despertando del letargo.... me enorgullece tener una amiga capaz de resistirse a la boberia y a la falta de compromiso.... nada, elsita, que hoy nadie tiene pantalones o consistencia para nombrar las cosas por su nombre sino por eufemismos o traves de gerundiadas y ridiculos neologismos tecnicistas que tienen la intencion de impresionar y dar un golpe efectista como de academico o gran filosofo..... gracias amigas por difundir esa inquietud tuya tan valida y que deberia ser la inquietud de todos...

    por eso es que te quiero y estoy tan orgulloso de ti porque a pesar de ser tu del genero femenino eres la mas viril y valiente entre los muchos y muchos machangos que conozco...el periodismo no es puerilidad ni amaneramiento, es batalla para la que se necesita, igual que varon y soldado, mucho coraje....

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